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El fabricante surcoreano Samsung ha suspendido las ventas de su modelo estrella, Galaxy Note 7, después de que se hayan detectado un defecto en las baterías por el que los dispositivos se quemaban durante la carga.

 

La compañía suspendió las ventas a nivel mundial y ofrece a quienes adquirieron el Note 7 la posibilidad de reemplazar su teléfono por otro modelo de forma temporal o devolver el dinero a quienes lo compraron, explicó Koh Dong-jin, director de la división de telefonía móvil de la empresa, en una rueda de prensa.

La decisión de la marca parece acertada. Reconocer el problema (aunque sólo afecte al 0,1 por ciento de los aparatos) y ofrecer una solución de raíz. Sin embargo, será muy complicado resolver una inevitable caída en la imagen y confianza en la calidad de sus productos.

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El fabricante había recibido una demanda mayor de la esperada por su nuevo dispositivo móvil, lo que llegó a causar, según admitió la empresa a finales del pasado mes de agosto, problemas de suministro en la mayoría de los países.

Uno de los analistas de Nomura aseguraba a Reuters que la compañía podría vender al menos 15 millones de unidades de este modelo este año, comparado con los 9 millones vendidos del Note 5 el pasado año.

Este es un golpe muy fuerte para Samsung pues las imágenes del Galaxy Note 7 quemado se viralizó en las redes sociales por lo cual los consumidores han perdido confianza y credibilidad hacia la marca. Sin mencionar el furor que causo la presentación del iPhone 7, el cual ha opacado a sus competidores con la increíble presentación de sus nuevos productos.